La inteligencia artificial nos hará más inteligentes y no precisamente por su uso

Cuando aún no hemos digerido el modelo GPT3, el lanzamiento del GPT4 es inminente, un sistema que será 471 veces más grande que el que hoy conocemos y que llegará a manejar 100 trillones de parámetros, cuando el GPT3 maneja 175 billones, llega a niveles de conexión similar a los neuronales de los humanos y se pondrá en marcha antes del verano de 2023. Si miramos con perspectiva la situación la duda que se nos genera en todo momento es si esta circunstancia es buena o mala para la sociedad. Realmente lo que sucede es que la inteligencia se socializa, es decir, tenemos acceso libre a la inteligencia y por ende todos los humanos pueden ser inteligentes. La tecnología se hará cargo de canalizar esta inteligencia y los accesos en mayor o menor medida al conocimiento tecnológico y a su implantación hará que unas comunidades sean más inteligentes que otras y será directamente proporcional a la capacidad de uso de la IA. Realmente es una situación muy similar a cuando se accedió a la educación por parte de todos o a la garantía de unos parámetros legales que nos protegen a todos por igual. Más allá del cumplimiento de los derechos fundamentales, unas sociedades tienen más recursos que otras para garantizar mejor educación o derechos.

Lo que sucede entonces, es que hasta ahora, hasta esta disrupción inminente, a los humanos se nos consideraba más o menos inteligentes por nuestra capacidad de resolver problemas que en gran medida dependían de unos conocimientos y unas habilidades aprendidas. Y lo que sucede igualmente que quien tiene acceso a mejor educación o mejores recursos llegan a conseguir mejores resultados y por tanto se les considera más inteligentes. Sólo un porcentaje muy bajo de la sociedad destaca por su inteligencia cuando previamente no ha tenido acceso a su desarrollo en etapas anteriores.

En breve la evaluación de la inteligencia deberá cambiar de parámetros porque la IA dará muchas respuestas que hasta ahora solo daban las personas inteligentes, y si se socializa la IA hará que manejemos miles de respuestas y no sólo demos por buenas las expresadas por los que ahora consideramos expertos.

La búsqueda del talento, por tanto, debe depender de factores que nada tenga que ver con las capacidades de inteligencia, sino con las capacidades emocionales, y muy basadas a si superamos gracias a esas capacidades emocionales a los retos que nos marque el sistema.

Es por ello que auguro un incremento sustancial de humanismo, de las capacidades humanas, y que éstas serán ( en el fondo nunca dejaron de serlo) las que nos diferencie y nos haga destacar sobre los demás. Las relaciones  humanas aumentarán, volveremos a la admiración de las obras de arte, las que realmente son arte, volveremos a la compra física y las bicicletas, preferiremos una bicicleta a un consola de videojuegos, seremos más humanos, y cuanto más humanos seamos, más aportaremos a la sociedad, y eso será más valorado que si sabes o no trabajar con IA, cosa que se dará por hecho en pocos años.

Nos enfrentamos a un cambio de paradigma que superará el protagonismo tecnológico  por el protagonismo humano.  Vuelvo a defender la ética aplicada en el marketing, ética que surge únicamente de los seres humanos.

 

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