El realismo mágico del marketing digital.

Empieza Byung- Chul Han, con un prólogo brutal en su libro No-Cosas, donde nos explica como en la novela “La policía de la memoria”, la escritora japonesa Yoko Ogawa habla de una isla sin nombre. Unos extraños sucesos intranquilizan a los habitantes de la isla. Inexplicablemente, desaparecen cosas luego irrecuperables. Cosas aromáticas, rutilantes, resplandecientes, maravillosas: lazos para el cabello, sombreros, perfumes, cascabeles, esmeraldas, sellos y hasta rosas y pájaros. Los habitantes ya no saben para qué servían todas estas cosas. Los isleños viven en un invierno perpetuo de olvidos y pérdidas. También hoy desaparecen continuamente las cosas sin que nos demos cuenta. La información, es decir, las no-cosas, se colocan delante de las cosas y las hace palidecer. No vivimos en un reino de violencia, sino en un reino de información que se hace pasar por libertad. En la distopía de Ogawa, el mundo se vacía sin cesar y al final desaparece. La digitalización desmaterializa y descorporeiza el mundo. Curiosamente muestra una sociedad totalmente contraria a la que conocimos en Macondo, que si lo recuerdas de forma visual,las primeras hojas del primer capítulo de “Cien años de soledad” están llenas de cosas por todos lados, traídas cada año por los gitanos e inventadas por sabios alquimistas.
Si hay una película-documental que realmente me ha impactado en este año que se va 2021 y que me ha hecho llorar y me ha hecho llorar de risas a partes iguales, ha sido “Agente Topo” y si hay algo que muestra esta maravillosa obra chilena, es que estamos descorporizados. Y es como escribe Julio Cortázar “no nos han regalado un reloj, nosotros hemos sido regalados al reloj”.
La comparativa que hace James Williams en su libro “Clics contra la humanidad” refiriéndose a esa descorpororización como la sombra de Alejandro Magno que hacía sobre Diógenes “el cínico” es realmente estremecedora. Hemos sido sombreados por una tecnología que no nos deja ver el sol.
Hay un artículo escrito por Diego S. Garrocho, que se ha llevado el premio “David Gistau de periodismo”, titulado “Carta a un joven postmoderno”, en el que intuyo refleja de manera magistral esta situación de la que hablo, y acaba el artículo con una verdadera genialidad del lenguaje y que refiere entre otras cosas a el cómo la digitalización nos ha desmaterializado.
“Te han roto, amigo, y lo han hecho por el eje. Como dijera Kipling, nuestros padres nos mintieron. Lo peor de todo es que nosotros hemos decidido engañarte también a ti.”
La referencia a Kipling, me sacó una sonrisa, me hizo recordar a la película “El club de los poetas muertos” donde se le nombra ante una referencia poética y Robin Williams le responde con que la autoría era Keating (que así se apellida el personaje) y no Kipling, refiriéndose a el mismo.
Es posible que la ética y filosofía en donde me encuentro inmerso todos los amaneceres me ayuden a no perder el sentido social y sea capaz de transmitir a mis hijos esa herencia fundamental, siempre habrá alguien a mi lado que pueda dar fe pública de que al menos lo habré intentado.
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