Go North Canada: ¿a qué ahora van y lo copian?

Tengo tres series que son mis favoritas y me acompañan siempre que puedo, una es «The West Wing» o llamada en España «El ala oeste de la Casa Blanca», siempre la aconsejo en mis clases, genial para aprender persuasión, comunicación y liderazgo. Otra es Frasier, porque en los 20 minutos que duran sus capítulos siempre hay algo que te saca unas risas, y otra y es mi serie más querida,  «Northern Exposure», a la que en España se  llamó » Doctor en Alaska». Sin duda esta última serie te genera una tranquilidad y relajación que ni una etapa del Tour de Francia, pero más allá de ese toque, muestra la vida en un pueblo perdido de Alaska con un crisol de lo más variopinto y con historias y orígenes que hacen de los personajes verdaderos protagonistas según qué capítulo. Uno de sus habitantes y protagonista de la serie es Maurice, astronauta jubilado que tiene esa relación amor-odio con Canadá, típica de muchos estadounidenses del norte. La dichosa Canadá, parece que siempre esta en medio de todo, parece que nadie la quiere, pero todos la necesitamos, cosas de la envidia.

Pero Canadá juega tan bien sus cartas que es raro el año en el que no esté entre los cinco países más desarrollados del mundo según el I.D.H y hace las cosas con  tal sentido cívico y estratégico que los hace únicos. La jugada de crear el programa «Go North Canada» es magistral, porque no ofrece empleo tecnológico, ofrece una forma de vida diferente, en un intento clarísimo de empezar a no estar en medio e integrarse en el continente. Que lo consiga o no está por ver pero la idea es genial si se sabe atraer el talento de forma adecuada. Este tipo de programa que ya lo hace Macron en Francia pero con un concepto diferente, es interesante siempre y cuando lo que te rodee te ayude a vivir en las condiciones adecuadas para generar talento y perfiles de alta cualificación tecnológica.

La clave, y de ahí este artículo,  no está en otra cosa que sea un programa financiado por estado pero manejado por recursos tecnológicos. Y esto en España temo que queda mucho para que pase. La anteposición de los resultados a la primera foto de políticos y el despilfarro originado de ello en España es innato y si vamos comunidad por comunidad mejor cierra los ojos. Empresas  semipúblicas  y gobiernos jerarquizados que manejan los fondos destinados a la mejora de la red empresarial y que lo utilizan quizás con buena intención en algunas ocasiones, pero con una ignorancia tal que asusta. El proceso, todos lo conocemos, y te puedes encontrar con una persona que no tiene ni idea de emprendimiento ni de empresa, decidiendo sobre cómo utilizar fondos destinados a ello. Un político puede prometer y promete, un empresario no puede prometer y no hacer, esa es la gran diferencia.

Mientras que esa idea de dejar hacer a los que saben y confiar en ellos no cambie, en nuestro querido país no se emprende al ritmo que debe emprenderse, seguiremos pensando en cifras de paro y no en cifras de emprendedores, las personas querrán cada vez más ser funcionarios y buscar al estabilidad, es normal, buscar empleo es hoy en día buscar  empresas que desde el mismo momento que te contratan se convierten en tu enemigo y cuidado con lo que haces, la filosofía del emprendimiento es un cambio tan radical que afecta al modelo de capitalismo que como bien decía el gran Jose Luis Sampedro, es un modelo muerto y sin futuro. Pero amigo, con la política y los políticos hemos topado. Hacerse una foto diciendo que han bajado el paro en no se cuántos habitantes es lo más hipócrita que he visto en mi vida. Primero porque no han movido ni un solo dedo para que así se haga, y segundo porque el político tiene la capacidad de tomar decisiones para generar paro, pero nunca tiene la capacidad para generar empleo, por lo menos si no toman medidas radicales y planes como el de Canadá o el de Inglaterra en los años 60, explicado de manera magistral por Jose Luis Sampedro en una de sus clases y recogido en su libro  » Economía humanista», pero verás como viene un político iluminado y destina 100 millones de euros a cualquier programa de estos sin pensar ni en cultura, ni en misiones y por supuesto en no delegar la estrategia a los propios emprendedores, «que haberlos haylos».