El «ignorante» poder de los expertos

No falla, si tengo viaje en avión me pillo el Financial Times, Wired en su versión U.K, The Economist y alguno más, es como un rito, llegar a la terminal y mientras desayuno leer prensa extranjera, en la medida que me permite mi inglés. En esos momentos te sientes como si tuvieras más conocimiento que todos los que te rodean, llego a pensar que es un tema de «egos», abrir el periódico típico inglés que apenas se puede manejar y pensar, «todo lo que hoy voy aprender», ya si ese día es día de clase ni te cuento, es genial el cómo me aprovecho de ello para sacar a debate en el aula cualquier noticia que tenga más o menos que ver con la asignatura. Miramos y leemos la prensa extranjera como superior a la nacional, de hecho la nuestra es víctima continua de  agravios comparativos. Pero esos días de vuelo lo tengo claro, fuera todo tipo de prensa española, busquemos en el más allá, porque son mejores periodistas, críticos o articulistas. Estos días, dichosos días, he reflexionado y mucho  sobre esta actitud que tenemos los españoles de ver lo nuestro como peor que lo demás, y he vuelto a disfrutar como lo hacía hace mucho tiempo con un Fernando Savater o con un Francisco Arrabal, leyendo sobre Cataluña sobre todo, realmente no sobre Cataluña sino sobre cómo piensan y razonan personas como Savater.

Isabel, mi profesora de Filología Latina en la Universidad de Salamanca, decía siempre que el buen humanista no tenía por qué saber mucho, sino que tenía que «aprender a buscar» lo que realmente necesitaba saber. Esto es un poco lo que me está pasando en estos momentos, y me está pasando por esa necesidad brutal de comprender lo que sucede en Cataluña más allá de las posturas políticas e ideológicas, buscar las necesidades sociales y las emociones locales que hacen que un pueblo quiera o no independizarse. En esa búsqueda era lógico que no indagase  sólo en la prensa española y buscara en la  prensa internacional quizás puntos de vistas más globales ante la situación. Pero tristemente lo que me he ido encontrando es una ignorancia mayúscula basada en imágenes agresivas y que no tiene nada que ver con la verdadera realidad. La portada de The Economist de este mes es símbolo claro de lo que hablo, y uno no llega a entender como puede ser que una revista con tanto prestigio desvirtúe tanto lo que sucede. The NY Times, The Guardian, Washington Post son sólo algunos de los medios que para nada están contando la realidad total de la situación.

A la conclusión que uno llega entonces y cuando además de leer escuchas ciertas personas y corresponsales en distintas cadenas de radio, es que muchos de los periodistas no es que trabajen con noticias sesgadas por intereses, sino que no tienen mucha idea de lo que están hablando, porque básicamente no han investigado los diferentes aspectos del tema a fondo. Esa conclusión primera me lleva a una segunda que me preocupa más si cabe, y que tiene que ver con lo contado cuando iniciaba este artículo, llegando a esta conclusión. Si así escriben de un tema como este en el que están demostrando poca investigación y poca reflexión, por qué debo leerlos como si fueran expertos en otras materias.

Está claro que una de las soluciones está en el contraste a través de la lectura de varios medios, y llegar a conclusiones propias, pero insisto, no creo que esos medios estén lo realmente preparados para hacerme convencer de unos temas u otros.

Me gusta la música, leer no leo tanto, pero sí soy un fanático de la música y hace mucho que me convencí de que tenía ir hacia atrás y no hacía adelante, escuchar más clásicos y no indagar tanto en lo presente. Esta idea es similar a lo que intento expresar en esta reflexión, por lo que creo que deberíamos leer más a los clásicos para llegar a conclusiones presentes y futuras. La historia es cíclica y aprender de ella es clave en estos momentos, ese afán por tanto de aprender a concluir con el presente y no con el pasado creo es un enorme error del que me he ido dando cuenta con el paso de los años. Leer a Eric Hobsbawm o Gabriel Jackson por ejemplo nos enseñaría a indagar mejor e interpretar lo que ocurre en el presente gracias a su narración del pasado. Creo sin duda necesario este ejercicio no sólo para dar respuesta a este tema en cuestión sino para decisiones estratégicas empresariales.

Para terminar y aunque ella misma puede ser una contradicción en sí, os dejo un vídeo de Noerena Hertz que reflexiona de manera genial lo que os cuento.